Discos viejos

sábado, 22 de noviembre de 2008

Tango con perfume de mujer

Les propongo ver (o recordar) una escena memorable de la película norteamericana "Perfume de Mujer" (1992), protagonizada por Al Pacino y Cris O'Donnell. En dicho largometraje, un estudiante secundario de escasos recursos económicos y buenos sentimientos acepta el trabajo que ofrece un militar retirado, de mal carácter, no vidente, rico, temerario, malhumorado y perceptivo, consistente en cuidarlo y acompañarlo durante un fin de semana. En ese corto lapso de tiempo, se establece entre ambos una relación muy particular y entrañable, por la intensidad de los momentos que ambos comparten. El militar (que le valió a Al Pacino un premio Oscar), se traslada con su joven acompañante a Nueva York, donde le confiesa sus objetivos: visitar a su familia, radicada en esa ciudad (con la que mantiene una pésima y distante relación), hacer el amor con una mujer hermosa, y luego suicidarse...



Resulta increíble la sensualidad, el encanto, la fuerza, la atracción, y la virilidad, con que la interpretación de esta danza dotan al personaje encarnado por Al Pacino. Estimo que es a través de este baile que el protagonista puede proyectar toda su seducción e hipnotismo, generando la admiración espontánea del público.
El tango en cuestión es

POR UNA CABEZA


Letra: Alfredo Le Pera
Música: Carlos Gardel


Por una cabeza de un noble potrillo,
que justo en la raya afloja al llegar
y que al regresar parece decir:
-No olvidés, hermano, vos sabés, no hay que jugar...
Por una cabeza, metejón de un día
de aquella coqueta y burlona mujer,
que al jurar sonriendo el amor que está mintiendo,
quema en una hoguera todo mi querer.

¡Por una cabeza
todas las locuras...!
Su boca que besa
borra la tristeza,
calma la amargura...
¡Por una cabeza,
si ella me olvida,
qué importa perderme
mil veces la vida,
para qué vivir...!

¡Cuántos desengaños por una cabeza...!
Yo juré mil veces, no vuelvo a insistir;
pero si un mirar me hiere al pasar,
sus labios de fuego otra vez quiero besar.
¡Basta de carreras! ¡Se acabó la timba!
¡Un final reñido ya no vuelvo a ver!
Pero si algún pingo llega a ser fija el domingo,
yo me juego entero...¡Qué le voy a hacer!

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