Discos viejos

Mostrando entradas con la etiqueta intérpretes. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta intérpretes. Mostrar todas las entradas

martes, 7 de julio de 2009

Recordando a "Buenos Aires 8"

Fue un octeto coral argentino, surgido en la década del 60. Mientras el mundo se sacudía con la aparición de Los Beatles, los Rolling Stones, y sus novedades rítmicas, con el movimiento hippie y las modernas ideologías, ocho jóvenes cantantes de Buenos Aires optaron por el regreso a nuestras raíces, a través de una interpretación renovada de nuestra música local.

En su primera producción discográfica, dedicada al floklore nacional (música Argentina, 1967), incluyeron los siguientes temas: Huella, Triste número 3, Bailecito, Rancho abandonado, Escondido, Yaraví, Danza de la moza donosa, Junto al fogón, Triste número 5 y Bailecito; el grupo vocal Buenos Aires 8 marcó un estilo muy particular en su manera de "hacer musica", que halló continuidad en los otros tres trabajos discográficos del conjunto, ya orientados a la música ciudadana; así, en "Buenos Aires Hora O" (del año 1970), grabaron temas de Astor Piazzolla, tales como: Adiós, Nonino, Buenos Aires hora O, Calambre, Decarísimo, Fuga y misterio, La muerte del ángel, Lo que vendrá, Milonga del ángel, Resurrección del ángel y Verano porteño. En el año 1973 produjeron el disco "A puro tango", en el que interpretaron: Flores negras, El choclo, Responso, Mi refugio, Melancólico, Taquito militar, Ojos negros, A don Agustín Bardi, La cachila y Quejas de Bandoneón. Finalmente, en 1976, el grupo grabó su último trabajo discográfico, rotulado "La última palabra", siendo el único en el que cantaron las letras de la mayoría de los temas, en vez de los sonidos onomatopéyicos que habían constituido su particular estilo interpretativo, tratándose de: Para hacer un Kipus, La diablera, Pa'l Ñato, Vidala para dormir un chango pobre, La viña nueva, Río Manzanares, La última palabra, Creciente abajo, Quien te amaba...ya se va y Guarden la luna.

La genialidad de las versiones desarrolladas 'a capella' por Buenos Aires 8, de cada uno de los temas musicales que recrearon, dotaron de un sello de originalidad y excelencia interpretativa, tanto a obras clásicas como a las conocidas como parte del "tango de vanguardia".

Conformado siempre por cuatro voces femeninas y otras tantas masculinas, integraron el célebre octeto, en sus diferentes conformaciones: Chichita Fanelli (1a. soprano), Clara Steimberg (contralto), Analía Lovato (mezzo soprano), Laura Hatton (mezzo soprano), Lidia Tolaba, Ani Grunwald (2a. soprano), Magdalena León (2a. soprano), César "Guli" Tolaba (2º tenor), Miguel Odiard (tenor), Horacio Corral (barítono) y Fernando LLosa (bajo).

El grupo se disolvió en el año 1982, luego del fallecimiento de César Tolaba.




Fuentes:
www.floklore-raiz-blogspot.com,
www.losinconseguiblesdelrock.blogspot.com

domingo, 1 de febrero de 2009

El varón del tango

Julio María Sosa nació el 2 de febrero de 1926 en Las Piedras, un pueblo uruguayo situado a 26 kilómetros de la ciudad de Montevideo -capital de la República Oriental del Uruguay-, en un hogar muy humilde.
Su trayectoria profesional comenzó como estribillista de una modesta orquesta de su pueblo natal, que alternaba tangos con jazz y algo de folklore: El Septimio de Carlos Gilardoni, violinista; durante todo el tiempo que estuvo en esta agrupación, Sosa consiguió elegir los temas a cantar, denotando siempre una inclinación hacia el repertorio gardeliano.
Cuando se desvinculó de Gilardoni, fue contratado por el pianista Hugo Di Carlo; ello le significó el acceso a escenarios más importantes, ya en la ciudad de Montevideo. Por esos años, utilizaba el seudónimo de Alberto Ríos. Simultáneamente, entre junio de 1948 y enero de 1949, grabó por primera vez en su vida, como vocalista del Cuarteto del bandoneonista Luis Caruso, dejando cinco registros para el sello Sondor, de Montevideo, que testimonian las condiciones vocales del Sosa veinteañero, con una voz menos grave.
En ese mismo año (1949), viajó a Buenos Aires, con el propósito de que Joaquín Do Reyes -un director de orquesta muy popular en ese tiempo-, le tomara una prueba; sus amigos le habían explicado qué tranvía debía tomar cuando desembarcara en Buenos Aires y le habían hecho las conexiones para que el director lo escuchara pero, luego de oírlo, Do Reyes no lo incorporó a su conjunto porque no le gustó su estilo.
Al poco tiempo fue contratado para cantar, acompañado por dos guitarras, en el Café Los Andes, en Buenos Aires, por la comida y unos pocos pesos, pero esto le sirvió para que un autor de letras lo presentara a Enrique Francini y Armando Pontier, que por entonces tenían la orquesta más audaz que triunfaba en la calle Corrientes. Debutó con ellos actuando en el Cabaret Picadilly, un lugar donde se iba a bailar. El espaldarazo definitivo se lo dio Enrique Santos Discépolo, que una noche concurrió a ese cabaret y Sosa le dedicó el tango "Dicen que dicen" (de Ballesteros y Delfino): al terminar su interpretación, Discépolo se acercó al escenario, conmovido, y le manifestó: "¡Pibe, si lo hacés mejor, te juro que está mal!". Julio Sosa no recibió, ni antes ni después, un elogio mayor. Su primer registro discográfico con la orquesta de Francini y Pontier fue en agosto de 1949, en el sello RCA Víctor, cantando a dúo con Alberto Podestá. Siguieron luego, catorce temas más.
En los primeros meses de 1953, el pianista Francisco Rotundo lo tentó para integrar su orquesta; en la misma, siguió con un repertorio similar al de Francini - Pontier, pero su voz no se encontraba en perfectas condiciones en esa etapa, por una afección en las cuerdas vocales. No obstante ello, grabó con Rotundo doce registros para el sello Pampa -subsidiario de Odeón-, entre ese año y 1955.
En el interín, debió operarse de pólipos en las cuerdas vocales, reapareciendo como un cantor de voz más grave, y con el timbre que se convertiría, tiempo después, en su sello personal.
A mediados de 1955, pasó a ser cantante de Armando Pontier, quien ya no formaba rubro con Francini. Se convirtió también, en socio de esta orquesta, lo que le proporcionó una excelente oportunidad para poder decidir con mayor libertad qué cantar, y así estabilizar definitivamente su repertorio. Al respecto, Julio Sosa se caracterizó por una selección inteligente, capaz de poner otra vez en vigencia, obras completamente olvidadas. Con Pontier llegó su consagración definitiva, y comenzaron a grabar juntos para el sello RCA Víctor, ese mismo año.
Julio Sosa no fue un cantante mesurado, sino que, por el contrario, efectuaba adornos, agregados, cambios de palabras a las letras originales, breves murmuraciones, alguna risa irónica y otras exclamaciones, que lo mostraban como alguien que estaba 'protagonizando' cada tango. Por estos años, además, comenzó a dar especial preponderancia a temas que valorizaban y hacían culto de la masculinidad, como "Brindis de sangre" y "Guapo y varón", por ejemplo; esta característica fue potenciándose en los años subsiguientes y le valió el apodo de 'El varón del Tango'; encarnaba un modelo diferente de cantor, capaz de entablar relaciones de afecto, desde el escenario, con cada público.
Se independizó de la orquesta de Pontier en 1961, en uno de los momentos históricos más críticos para el tango. A diferencia de la tendencia que seguían los cantores de esa época -de lanzarse solos o acompañados por unos pocos músicos-, Sosa se asoció con el bandoneonista Leopoldo Federico, quien con su orquesta, lo acompañó hasta su muerte, en los años de mayor expansión y crecimiento del cantante; juntos, efectuaron sesenta grabaciones.
Filmó la película "Buenas noches, Buenos Aires", con Hugo del Carril y escribió un libro de poemas titulado "Dos horas antes del alba"; también hizo presentaciones televisivas y llenó inmensos auditorios, tanto en Buenos Aires como en el interior del país.
Julio Sosa falleció el 26 de noviembre de 1964, en un accidente automovilístico, en pleno centro de la ciudad de Buenos Aires, a los 38 años, y en la cima de su carrera artística. Su muerte causó una conmoción generalizada en el público, apenas fue conocida, y miles de personas lo despidieron en el Cementerio de La Chacarita.
Dejó ciento cuarenta y dos temas grabados, en su breve carrera musical y consiguió, en tanto corto tiempo, conquistar el cariño popular y una admiración rayana a la idolatría.

Fuente: "Tango de Colección", vol. 8, Clarín.



miércoles, 28 de enero de 2009

El día del "Polaco"



Roberto Goyeneche nació el 29 de enero de 1926, en el barrio de Saavedra, Buenos Aires, donde vivió hasta su muerte. Cursó la escuela primaria en un instituto de su barrio y, luego de capacitarse como dactilógrafo, consiguió su primer empleo, como secretario de un estudio jurídico. Su madre, María Elena Costa, era fanática de Carlos Gardel, y le transmitió, desde chico, su pasión por el tango; su tío Roberto Goyeneche, era pianista y compuso algunos tangos, como "De mi barrio", "El metejón", "Yo te perdono", "Pompas", que él interpretó años después.


Su apodo, "el Polaco", hace alusión a una referencia cariñosa, por sus ojos azules y pelo rubio, y nació en los viejos cafés de su barrio, prolongándose hasta su muerte. En la adolescencia era asiduo concurrente a un club de Saavedra, El Tábano, por donde desfilaron, en los años 40, las orquestas más conocidas del momento.


Su camino en la música comenzó en 1944, cuando se inscribió y ganó un concurso cuyo primer premio era un contrato como vocalista en la orquesta del violinista Raúl Kaplún, con la que debutó en Radio Belgrano y permaneció en dicho conjunto durante seis años.


En dicho momento, cuando Roberto Goyeneche se inició como cantor, transcurría una de las etapas más prósperas y fértiles en la historia del tango; comenzó su carrera profesional en la dorada década del 40, cuando se destacaban directores de orquesta como Di Sarli, Pugliese, D'Arienzo, Troilo, etc.. En ese período, el cantor era una figura compenetrada con la orquesta, un instrumento más, tan atento como los músicos a los requerimientos rítmicos del baile que se desarrollaba en las pistas de clubes, salones y cabarets.


En 1948 se casó con Luisa, a quien había conocido en las veladas tangueras de El Tábano cuando ella tenía catorce, y él, diecisiete años; tuvieron dos hijos: Roberto y Jorge.


Paralelamente a su desempeño en la orquesta de Kaplún, necesitó otro empleo; primero manejó un taxi y luego un colectivo. Una madrugada de 1951, mientras conducía un coche de la línea 219, cantando "Mano a mano", fue escuchado por el representante artístico de Horacio Salgán, quien lo recomendó para hacer una prueba, en la orquesta de dicho pianista, que estaba considerada como una de las más inspiradas y, a la vez, resistidas de la época. Luego de escucharlo cantar, Salgán lo contrató de inmediato y debutó en su orquesta, la misma noche de aquel primer encuentro, ejerciendo una innegable gravitación en el desarrollo del estilo del cantor. En esta agrupación fundamental, compartió como vocalista de la orquesta, con Alfredo "el Paya" Díaz, quien también influyó decisivamente en Goyeneche -ya que aquel era un intérprete experimentado- y fue él quien lo rebautizó, esta vez en la faz artística, con el sobrenombre de "Polaco".


Goyeneche dejó la orquesta de Salgán como un intérprete consumado, y en el año 1956 fue convocado por Aníbal Troilo, para integrar su orquesta; transcurrió en esta agrupación, siete años, que fueron fundamentales para su consagración definitiva. Fue el mismo Troilo quien lo alentó a lanzarse como solista, y la relación entre ambos se mantuvo mucho más allá del período que Goyeneche pasó en su conjunto, prolongándose a través de sucesivos reencuentros, y en la frecuentación del repertorio de su orquesta y en la estrecha sociedad con sus músicos, ya que grabó muchos temas con ellos.


En los años 60, y con la experiencia adquirida en las orquestas de Salgán y Troilo, comenzó la carrera de Goyeneche como solista, elaborando sus propias reglas en el canto, y construyendo un estilo que no reconoció herencias ni dejó herederos.


Grabó numerosos discos, acompañado por las orquestas de Francini - Pontier, Baffa -Berlingieri, Cabarcos, Stazo - Cupo -Monteleone, Requena, Grela, la Orquesta Típica Porteña, Roberto Pansera, Osvaldo Pugliese, Atilio Stampone, el Sexteto Tango y Astor Piazzolla, entre otras; amplió su repertorio e interpretó tangos que, con el tiempo, se constituyeron en clásicos, como "Che, bandoneón", "María" y "Garúa"; actuó frecuentemente en "El Viejo Almacén" y en "Caño 14", junto al cuarteto de Héctor Stamponi.


En 1984 participó del espectáculo "Tango Argentino", que se presentó en múltiples escenarios americanos y europeos. También, en esos años, actuó en las películas "El exilio de Gardel" y "Sur", dirigidas por Fernando "Pino" Solanas.


Roberto Goyeneche falleció en agosto de 1994, en Buenos Aires, víctima de transtornos hepáticos y respiratorios. Para muchos, con él murió el último mito viviente del tango popular argentino.


Desde una perspectiva histórica, es necesario valorar a Goyeneche como uno de los contados cantantes que consiguió escapar de la influencia gardeliana, quizás, precisamente, por su gran admiración por Gardel.


Son muchos quienes sostienen que cuando se escucha un tango cantado por "el Polaco", se siente vivir la música de Buenos Aires, con ese fraseo "casi bandoneonístico" -como lo describió Horacio Ferrer-, con esa forma tan particular de cantar "hasta los puntos y las comas" -como certeramente lo definiera Aníbal Troilo-. La esencia de su canto estaba en los tiempos, en los espacios y en el sentimiento. Fue un fabricante de climas y atmósferas, que le daba el significado justo y vida a cada palabra de los temas que interpretaba, haciéndolo con toda la pasión, la tristeza, la nostalgia y la melancolía que el tango transmite. Se decía que así lograba "entablar un pacto de complicidad con el público".


Fue un artista excepcional, que creó un estilo y un acento diferente con su intensa voz de barítono; emitía, cantando, los sentimientos de su amada ciudad, con sus cortes y sus titubeos.


Fuentes: "Tango de Colección" (Clarín), Vol. 1; "Grandes del Tango", Revista Pronto.