Discos viejos

lunes, 31 de agosto de 2009

Eladia


Eladia Blázquez nació el 24 de febrero de 1931, en el seno de una humilde familia porteña y murió el 30 de agosto de 2005. Fue un referente insoslayable de los tiempos modernos en el tango; su nombre resulta imprescindible cuando se trata de citar a los grandes compositores de ese estilo musical. Ella solía decir que "el tango es muy machista", pero que "me aceptaron; terminaron bancándome como se acepta una gripe". Comentaba que había asumido el tango en la madurez de su vida, aunque los primeros ecos de este género se remontaban a su niñez, cuando su madre, que era andaluza, acostumbraba entonar letras de Enrique Santos Discépolo. El resto lo hizo su barrio: Avellaneda; allí aprendió a mirar al sur y a conocer a su gente.
Sin embargo, su carrera musical comenzó a los ocho años, cuando se subía a una silla para llegar al micrófono de Radio Argentina y cantar todo el repertorio español de Imperio Argentina. Después, se inclinó por el bolero y compuso dos éxitos: "Novelera" y "Humo y alcohol". En la década de 1960 se orientó hacia el folklore, y a sus letras las cantaron Ramona Galarza, Marián Farías Gómez, Los Chalchaleros, etc. En ese entonces, de repente se reencontró con el tango, y casi sin darse cuenta, comenzó a hablar y a escribir cosas de Buenos Aires. Allá por el año 1966, la juventud tendía a alejarse del tango y Eladia fue una de las primeras en comprender el porqué, cuestionándose "¿Cómo se puede pretender que los chicos tengan nostalgia? La nostalgia se tiene cuando se vivió." A partir de allí llegaron sus primeros trabajos de tango, apadrinada nada menos que por Cátulo Castillo, Homero Expósito y Julián Centeya. Eligió el camino de la renovación de los viejos textos, con la certeza de que si Homero Manzi hubiera vivido en su época, su temática habría sido distinta a la de los años '40.
A diferencia de Horacio Ferrer, Eladia Blázquez no precisó de floreos pop para actualizar la canción de Buenos Aires. Tomó de Enrique Santos Discépolo la queja amarga y cierto escepticismo existencial, y de Homero Manzi la descripción precisa de los avatares y cambios del suburbio frente al progreso. La autora de "Domingos de Buenos Aires", "Mi ciudad y mi gente", "Honrar la vida"y "Sueño de barrilete", sorprendió también por su capacidad interpretativa, luciéndose por su entonación y expresividad.


Fuente: "Los Clásicos Argentinos", volumen 14; "Eladia Blázquez, 'Buenos Aires y yo'", de la colección "La Resistencia del Tango (segunda parte"), los años '60 y '70".







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